Revolución

Este sentimiento no me deja morir, mi corazón logra mantener viva la poca esperanza que queda en mi alma muerta, la fe que aún tengo en la sonrisa de los hombres, en el mirar sombrío que con cada lágrima derramada muestran un poco de amor; mi estrella sigue iluminando el camino y no tengo duda que conduce a la paz social…

La suave seda que cubre la boca de los oprimidos, es aquella que los valientes se atreven a alzar como estandarte, aquellos que no se callan y gritan a su dios que este no puede ser el final del amor, que las lágrimas que hoy derraman no pueden ser las últimas gotas de hermandad; no me atrevo a aceptar que este líquido salado que sale de mis ojos es sinónimo de una conformidad con las guerras, con el desamor; no me verán doblegarme, pues mientras tenga vida no alabaré a nada mas que a mis creencias; mientras este corazón sostenga el último suspiro, no permitiré que la sangre se evapore y mi voz se calle, seguiré luchando en la eterna revolución por una paz, por una humanidad un poco más humana…

No lograrán que mi corazón espinado siga con estas heridas, ellas cicatrizarán y mi sonrisa tendrá un nuevo matiz, un matiz que me permitirá seguir hasta el final, donde la hermandad no distinga entre razas y los niños no dejen de sonreír por un juguete o un bocado, donde un viejo no tenga que enterrar a un hijo mientras este vive porque el odio ha cavado la tumba, un mundo en el que los abrazos sean gratis y las sonrisas sean un acto cotidiano; donde el amor no se base en el sexo, sino en una eterna unión más allá de lo espiritual…

Mi madre un día me dijo que el corazón es débil como las burbujas con que jugaba, pero tan fuerte como el diamante más resistente, podía aguantar cualquier golpe y también hacer heridas mortales, pero yo más bien crecí creyendo en él como un arma de guerra, un arma que puede dominar con un solo latir y que puede crear un estado de paz ganando así la batalla…

El mundo se cae poco a poco a pedazos, y yo sigo con este beso en los labios, este beso que quisiera darle a cada niño, pero es que están muy ocupados jugando a ser piratas, jugando a ser soldados; esta tristeza que hoy me inunda es por que no existe una palabra de aliento para el sufrimiento de tu vecino y una caricia para apoyar a los guerreros de esta revolución, una revolución infinita, que nuestros ancestros empezaron y nosotros no hemos podido acabar, una revolución que no sufre de heridas de guerra, sino de heridas mortales hechas con el filo de la palabra maldita…

La oscuridad que dejan mis hermanos al apagar la estrella de sus sueños, esconde el camino que debo seguir; la noche es tan fría, la vida es tan oscura que quisiera que existiera un mundo menos vacío donde yo pudiera gritar lo que pienso sin tener que terminar en la hoguera; desearía que no existieran los juicios ni las clases sociales y poder regalar un abrazo sin tener que ser juzgada ni señalada…

Desearía no tapar mi rostro en señal de vergüenza, porque de nuevo, el odio ha invadido hasta el lugar más escondido; quisiera gritar a los cuatro vientos que los amigos deberían ser para siempre y no traicionar jamás; no entendemos que el amor es principio y fin, sin necesitar de un Todo poderoso que lo recuerde; me avergüenzo porque la imagen que tiene el espejo de mi, es igual a todos los que matan, los que roban, los que no son fieles…

Mi corazón se va acabando la poca energía que le queda y este mundo sigue igual, los grandes pensadores, las grandes mentes y los grandes héroes que intentaron recuperar un poco de amor de esta fría humanidad le han fallado a Cupido, todos sus soldados hemos caído, uno por uno, mientras la maldad sigue su reinado, y entonces, yo sigo llorando porque mis hijos y mis nietos van a saber solo de odio y desesperación, donde las lágrimas de felicidad se van a haber extinguido…

Es tiempo de una revolución donde el corazón sea nuestro escudo y un abrazo el arma mas mortal, es hora de una revolución donde los niños sigan participando pero con su inocencia y su risa, con su fe en la humanidad y sus héroes, donde los niños sean considerados los verdaderos maestros y nos enseñen a recordar que un charco puede ser un océano o que un país es un hogar; sueño con el día donde los niños sean niños, y los adultos jueguen a ser niños, donde una flor no se marchite y un beso no se acabe…

No necesito un televisor ni una radio, no necesito un periódico ni una revista amarillista, no necesito a los medios de comunicación para saber que el hombre se está comiendo a su propia raza, no necesito saber de esto para derramar una lágrima por cada corazón carcomido, no necesito escuchar las desdichas para censurar una sonrisa, no necesito escuchar historias en clase para saber que mis hermanos caen rendidos, caen muertos de tristeza…

La humanidad necesita un cambio, la humanidad necesita un rocío de armonía y un mar de caricias, la humanidad necesita que esta guerra no termine hasta que el amor gane, la humanidad necesita guerreros que crean que no todo está acabado, necesita gente que vea un futuro positivo a este bosque olvidado; necesito quien siga alimentando esta esperanza que me hace creer que la utopía no tiene porque ser eterna, que la fantasía puede también ser realidad y que el mundo se va a unir en una ‘pangea’ espiritual…



Chantal

viernes, 2 de octubre de 2009

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