Los colores de la guerra


Porque nos dedicamos a pintar la vida con los colores de la guerra, cortamos el vuelo de la paz y sostenemos las lágrimas de la decepción…

Veamos los manicomios en cada cabeza, callemos las guerras en cada grito de paz, acariciemos los fusiles silenciados; alcemos el rostro para protestar la inconciencia de la muerte innecesaria, de las balas que silban aún en las pesadillas de aquellos que vieron morir a su hermano…

El verde ya no es por la esperanza, sino por el pasto que se muerde al caer; el café ya no es por las raíces de apego, sino que se vuelve la trinchera que pretende protegernos; sin embargo, el rojo nunca deja de ser la sangre que lloramos, que derramamos estúpidamente, que pretendemos colorear un corazón para luego matarlo desangrado con la bala que nunca deja de doler…

Las lágrimas se han teñido de abundancia, las caricias se han pintado de escasez, y las sonrisas se han vuelto la ilusión que el espejo ya extraña…

Si callamos, si escuchamos bien, aún podemos oír el sollozo de la madre, el lamento de aquella viuda recién casada; el berrido del niño que ha visto como la sangre va callando el beso que su padre le regalaba, la mirada que acariciaba de su madre…

Y si dormimos, podemos ver los sueños de aquellos que hoy duermen en paz, los que el mundo ha llamado “locos”, porque han querido borrar esta locura de su mente…

La idiotez humana nunca acaba, porque podemos herirnos siempre, y al momento del perdón clavar el puñal de la traición…

Mis hermanos siguen muriendo, caen desechos de tristeza, muertos de miedo; porque seguimos matando a nuestra misma especie y tenemos el descaro de llamarnos racionales y porque aniquilamos al amor jugando a disfrazarnos de soldados en batallas ilógicas donde vaciamos escopetas en una sola idea…

Y a los colores de la guerra podemos sumarle un color transparente que se va mezclando con el maquillaje, un color transparente que seguiremos llorando, mientras las manos no tomen las flores, y la mente firme el acuerdo con el corazón que se ha de respetar, para ya no expulsar más las lágrimas de la tristeza, del miedo, de la desilusión…

Chantal

domingo, 13 de diciembre de 2009

El amigo de mi inocencia


Observo a la luna bajo un cielo distinto, sin estrellas que iluminen mis pasos, faltante de la inocencia que me hacía ver los sueños convertidos en hadas, las lágrimas convertidas en lluvia…

El firmamento se va llenando de nubes, obstáculos que antes me parecían agradables algodones en espera de que creciera para ser tomados; el sol se va tornando fastidioso y antes era el eterno amigo de rayos amarillos que me llenaba los ojos de felicidad; hoy, al ver al sol entrar como cada día tras las pestañas, se me va llenando la mente de recuerdos, los recuerdos de melancolía…

De pronto, al abrir los ojos, veo un panorama conocido, pero olvidado, pareciera que la niña que un día dominó en mi, me regaló un instante sublime y se dedicó a pegar todas las fotografías en orden hasta lograr un espacio, un tiempo que me hace sentir, que me hace suspirar…

Los pequeños detalles se van volviendo fastidiosos, esas circunstancia que siempre le prometí a mi corazón que no me afectarían, que seguiría apreciando el cruce de un perro, el vuelo de una mariposa o el polen de una flor; pero conforme me acerco más a la muerte, me olvido más de la vida; que el primer amigo, sigue siendo el amigo que mis sueños entienden como definición de cariño; ese amigo que me enseñó a disfrutar las pequeñas caricias, ese amigo que me enseñó a secar las lágrimas con sonrisas y me enseñó el verdadero valor de una amistad; un amigo que siempre será el primero, pero jamás el último; un amigo que mi recuerdo ha tratado de abrazar a la esperanza, que ha tratado de aferrarse al recuerdo, porque los años y los kilómetros han borrado las fotografías y han silenciado su risa…

La conciencia me obliga a revelar este vergonzoso secreto, mientras que sello mis labios, obligándome a callar; es entonces cuando mis manos se disponen a confesar este martirio, que todos sabían, pero yo no aceptaba, esta infidelidad que me ha forzado a esconderme del eterno niño; sí, amigo, perdón, pero le he sido infiel a la inocencia, traté de retenerla, pero la maldad sedujo a mi corazón…

Hoy, con la cara tapada de vergüenza, te confieso que he dejado de creer en el cielo, ya no creo en los cuentos de hadas ni en los finales felices que nos hacían reír; he empezado a creer en las lágrimas y el sufrimiento; cobardemente, con los ojos inundados y la frente cabizbaja, te digo que hubo días en las que soñé que volvíamos a jugar, y noches en donde olvidaba tu existencia, pero siempre tuviste mi amor, siempre tuviste el corazón que fingía regalar, cuando ambos sabíamos que era tuyo, mi fiel amigo…

Algunas noches, mientras callo, puedo escuchar la canción que el río diario entonaba para que el juego no se lo llevara la corriente, para mantener viva la sonrisa de mis ojos…

La inocencia perdida que un día tus ojos me regalaban, hoy se han vuelto la dulce seda que venda mis ojos; los juegos, son hoy el recuerdo que mantiene vivo el latido; y el adiós infantil que un día aniquiló mis pequeñas manos, hoy es la fuerza de la experiencia, la sonrisa disfrazada que me enseñó demasiado acerca de esto que llamamos vivir…

Hoy he encontrado la inocencia del pasado, la inocencia que un día tus travesuras me regalaron, que tu sonrisa borró la injusta tristeza infantil; mi pasado hoy es la mariposa que tristemente voló, dejando el capullo donde nacían las chiquilladas, roto y desgarrado…

En sueños, seguía recordando la paz que tus ojos un día me brindaron; el olor a lluvia me trae recuerdos de cuando nuestras manos tentaban a la inocencia; sigo siendo esa niña que desea jurarte, abrazados, eternas locuras que reprimí en el intento de crecer, en un intento fallido de poder madurar; quiero volver a ser la inocencia de la vida, la ingenuidad del despertar; quiero que me creas, que sigo siendo la niña que quiere jurarte abrazarte cada lágrima que no quieras derramar, cada sonrisa que se vuelva la máscara que quieras vestir…

Hoy se, que la amistad se escribe con tu nombre, la belleza se explica con tu mirada, las estrellas habitan en tus labios declamando la poesía que tu sonrisa susurra; hoy se que mi definición de amigo no la puedo encontrar en un diccionario, o en la vida diaria, porque el ejemplo de amigo lo tomo contigo…

Por eso, hoy que tu mirada vuelve a mi vida, ayúdame a recordar lo que he olvidado; mantén sutil a la niña para que siga viva la inocencia que quiere abrazar los sueños que no has podido despertar; sigamos jugando a ser adultos, pero mantengamos a flor de piel aquella inocente sonrisa infantil que pretende pintarse de malicia…

Y así, llega otra vez el amigo que me enseñó a sonreír, y me devuelve la esperanza de un pasado más presente; vuelve el amigo que en sueños seguía añorando, y las lágrimas seguían tiñendo el presente de su aroma, de sus recuerdos…

Hoy, regresa a mi el amigo que toda la vida he querido junto a mi, y que la inocencia hoy lo vuelve a acoger en mi vida…

Chantal

sábado, 28 de noviembre de 2009

A mi hermana



El silencioso ruido de la noche me sigue gritando que estamos solos; el constante goteo de la lluvia sobre mi cabeza me sigue diciendo que siempre hay gente a nuestro lado; voy escuchando como el corazón late y me va susurrando que no importa que tan solos estemos, siempre existirá un ángel junto a nosotros, un hermano, un amigo disfrazado de la misma sangre; porque no importa que tan sola me sienta, siempre existes tu junto a mi…

Amiga, tú siempre estás cuando más necesito de un oído, de una palabra o incluso del silencio; no importa que tan negro esté el cielo, siempre encuentras mi mano para no dejarme caer, e iluminas mi camino para reanudar mis pasos; siempre sabes qué decir cuando a la vida se le han acabado las poesías que recitarme, y encuentras la sonrisa perfecta para acallar mis lágrimas…

Cuando mi vida se ha llenado de maleza y odio, siempre me ayudas a encontrar el sol oculto, siempre me demuestras que detrás de cada imperfección existe la belleza; me permites llorar cuando mi garganta ha cesado de gritar, pero después devuelves al corazón una brisa de esperanza por un mundo infestado de paz…

No importa si mis ojos se han cegado o mis pasos se han caído, no importa si mis palabras he callado o la esperanza se ha esfumado, se que siempre vendrás y me ayudarás a sonreír y a no dejarme morir…

Así que, hermana, déjame ser esa amiga disfrazada, la que baila de cabeza por verte esbozar una pequeña sonrisa; déjame ser la amiga disfrazada de hermana que por hacer que tus lágrimas cesen, toma una estrella y la pone en tu corazón; no importa que tanto se esté cayendo el cielo a gotas, siempre existirá el arco iris…

Déjame ser esa amiga que todos los días se disfraza de tu misma sangre para poder ser tu hermana, para poder decir te quiero y poder espantar a las pesadillas que te acosen; déjame sólo ser tu hermana y decirte que en mí puedes encontrar a la persona que te apoyará incondicionalmente sin importar la distancia, o la situación en la que me encuentre…

Nada más déjame ser la hermana del ángel que siempre anima a mi corazón…

Chantal

Pueden quemar mil veces mis alas...


Hoy inicia un sueño, hoy muere una desilusión; hoy perecen las lágrimas, hoy nace la sonrisa que ha de dejarme sobrevivir en este mundo que se cae a pedazos, entre mentiras, hipocresías y traiciones…

Hoy he abierto los ojos, he decidido despertar para hacer realidad el sueño que me permita vivir, he decidido vivir mi vida como siempre lo soñé, como nadie quiere ver, como todos quieren criticar…

Y no me importa, pueden quemar mil veces mis alas, pero seguiré emprendiendo el vuelo, porque los sueños que ayer dormí, esta noche despertaré para hacerlos realidad; pueden hurgar en la herida en carne viva, porque los golpes que las caídas me han dejado, hoy no son más que cicatrices que tienen el dolor del recuerdo, la dicha de la enseñanza, el placer de saberme hoy en pie…

Los pensamientos habían echado raíces en la mente, los pasos se habían sentado y los sueños un día apagaron mi estrella, pero he secado los ojos y he desamarrado las manos; he descubierto la manera de estar, pero sin estar, de sonreír, aún sin sentir felicidad; de cumplir mis sueños, aún después de haber dormido…

Por eso hoy, pueden quemar mil veces mis alas, pero me las seguiré ingeniando para zurcirlas y no dejar de emprender el vuelo que me lleve a cumplir mis sueños…

Chantal

viernes, 27 de noviembre de 2009

Y aquí me quedo yo...

Y aquí me quedo yo, una vez más, mirando el mar, hasta que llegues a desarmarme con un beso y me quites el aliento de los versos…

Las hojas que un día el viento meció para que acariciaran tu cuerpo, hoy son el papel que va cortando la sonrisa, que va grabando estas letras que me desgarran el corazón; la tinta que va declamando tus besos, va agotando los latidos, y cada suspiro es el abrazo que ha quedado vacío, el susurro que ha silenciado las lágrimas…

Mientras acaricias mi espalda, yo sostengo la palabra en este beso que muerdo, tu mirada congela el latir de las caricias; la tina donde bañamos nuestros deseos, hoy ha preguntado por tu cuerpo; la cama donde planeamos el futuro en las estrellas, hoy ha preguntado por tus sueños…

Y se me está saliendo de las manos, estoy perdiendo el control, el amor no puede volver a herir el cicatrizado corazón, un amor que ya se acabó, un amor que ya no desgarra las venas de traición…

Y sí, aquí me quedo, una vez más, mirando el mar hasta la eternidad, porque se que ya no llegarás, se que no volverás a la felicidad que finges tener con alguien más…

Y aquí me quedaré yo, fingiendo también amar a alguien que no se parece a ti; adiós amor, que mientras tu te vas, aquí me quedo yo, cuidando el lugar donde nos amamos, escribiendo sobre el suelo donde nos deseamos…

Sí, mi amor, aquí me quedo yo, a esperar tu regreso en otra vida, a esperar a que la luna termine de cubrir esta oscuridad, en la que yo pueda olvidarte una noche más…

Chantal

El vals de la tristeza

A tí, Maruquita...


Hoy me desperté con lágrimas en los ojos, sin querer levantarme de esta tristeza; no se aún que contestarle al corazón cuando pregunta por ti, después de tantos años no he encontrado las respuestas que puedan a mi corazón recordar el latir que tú un día le enseñaste, esa melodía cargada de felicidad en sus notas…

Hoy no he querido abrir los ojos, porque solo pensar me hace recordar que tú no los has abierto desde hace tantos años, y la herida vuelve a llorar; ese recuerdo infantil se hace tan vívido y el dolor vuelve a despertar el recuerdo de la caricia de tu mano sobre mi cabello…

Y es cierto, no puedo mentirte: que he crecido, es cierto; que he olvidado tantos momentos juntas, también es cierto, pero bien sabes que no se le puede exigir tanto a una memoria que se está estrenando; porque tu abandono fue la primera mancha en esta sonrisa pura, que no sabía aún de tristezas, y aún así, te recuerdo como lo más dulce que mi niñez probó, no entendía porque te ibas y hoy sigo preguntándolo, y cada noche, cuando mis ojos están a punto de dormir y puedo liberarme de todas las preocupaciones que tengo al fingir ser adulta, puedo alejar a la conciencia y volver a rogar al cielo que me preste un segundo más al ángel que cuida de mi, que me permita estar un segundo más junto a ti, para peinar tu blanquecino cabello y poder volver a contar tus arrugas llenas de bondad…

Vuelvo a implorar, con los ojos cansados de llorar, que me preste un instante más dentro de esta fría eternidad, para que tus pasos muestren a los míos como bailar…

Y aquí me encuentro, buscando la pista donde he de bailar con esta muerte ladina, este maldito vals de la tristeza que hoy me retorna a mis seis años, cuando empecé a descubrir la crueldad que la vida maquilla en la belleza de sus atardeceres, en la melodía del río que llenaba mi inocencia de sueños e ilusiones…

Y aquí estoy, temblando por un recuerdo, con el corazón acelerado porque te busca, porque lleva quince años buscándote y no te ha logrado hallar; porque he visto las fotos y he querido volverlas a hacer realidad, cuando mi beso le devolvía un poco de la ilusión que habías olvidado en tu caminar por esta dura vida…

Y aquí me mantengo, con esta lágrima recorriendo mi mejilla, y esta tristeza a flor de piel; y mientras, sigo intentando bailar este tonto vals, sigo declamando súplicas que me puedan llevar hasta donde tú estás…

Quisiera, aunque sea en sueños, volver a la seguridad que tu abrazo me brindaba, volver a inventar la vida para intentar retenerte más tiempo junto a mí…

Porque no me diste la oportunidad de abrazarte un último momento, y en el adiós, poderte decir lo mucho que te quiero y la falta que me ibas a hacer en el transcurso de mi vida; tuviste prisa por apagar los latidos de tu corazón, sin importar que eran el compás que a mis pies gustaban bailar…

Y mientras voy escribiendo, siento como todo mi cuerpo se eriza, las manos se enfrían a pesar que el sol muestra su mejor sonrisa, y yo no se si estoy obligando a mi imaginación a pintarte junto a mi, o es que realmente has venido a leer el sentimiento que con letras intento describir…

Alzo la mirada para retener las lágrimas que no aguantan más, para tentar a la suerte y ver una estrella fugaz que me deje pedir el deseo que sigas junto a mi; aprieto fuerte las manos para no juzgar a esta vida que te arrebató de mi, a esta tierra que goza de tu presencia, mientras yo te sigo añorando…

Y maldigo al tiempo, porque las épocas de nuestras vidas fueron tan distantes que apenas pudimos rozar a conocernos; te escondiste de esta vida que tanto te necesitaba, escondiste tu risa de mi tristeza, y entonces ya no iluminas mi día como muchas veces lo hiciste…

Esta inocencia sigue preguntando por ti, porque mantiene viva la esperanza de que esta noche, en el filo entre dormir y despertar, pueda volver a ser esa niña que protegías y alimentabas con tu amor; sí, porque han pasado quince años y no he logrado secar estos ojos que desesperados buscan tu mirar…

Y podría seguir bailando este vals de la tristeza que me deje seguir tus pasos, podría seducir a esta muerte para que me cuente de ti, pero seguiría sin saber que contestar al corazón cuando pregunta por ti, continuaría en esta oscuridad a tientas, buscando de nuevo tu abrazo, escribiendo un sentimiento que no puedo ni describir, porque te sigo extrañando y así seguirá hasta que mi cuerpo encuentre tus brazos y mi cabello tu caricia…

Chantal

viernes, 13 de noviembre de 2009

Me cansé...



Me cansé de vestir esta sonrisa que ya no quiero fingir, me cansé de zurcir las alas para alcanzar las estrellas que iluminen mi camino; me cansé de declamar a la suave onda que queda sobre la arena, cuando el mar besa tan suavemente las huellas que mis pies han querido marcar…


Me cansé de teñir con colores una vida que las lágrimas han despintado; hoy me he cansado de ver al espejo estos ojos que claman piedad…

Se me ha cansado el corazón de aprender a volver a latir, cuando lo ha entregado todo y lo han roto en mil pedazos; se ha reparado en cada lágrima de sangre…

Me he cansado de unir mis manos en señal de oración, demostrando fe, y a cambio recibir mierda del cielo, cuando mis ojos alzan la mirada perdida para implorar un rayo de luz en esta oscuridad…

Se me han cansado las rodillas de hincarme y suplicar a un Dios que no conozco, a un Dios falso que se ha llevado lo que mi infancia más ha querido; he visto las obras de arte anónimas que en cada atardecer se dibujan, pero no he visto la firma, ni he recibido una respuesta de un Dios que castiga y que en mi ciencia, sigo cuestionando…

La voz se me ha cansado de gritar que se pare la guerra, que las heridas de mi cuerpo duelen cada vez más; se me han cansado las manos de alzar este estandarte que ruega un mundo mejor, donde los hermanos no sean solo los de sangre, y las sonrisas no sólo sean la máscara que se va resquebrajando con cada amanecer…

Los brazos se cansaron de tratar de retener inútilmente a la felicidad, la muerte se me ha cansado de bailar con ella, pero no terminar de besarla…

Se ha cansado la lluvia de no encontrar mi emoción sobre los charcos, bajo las gotas, las nubes y los truenos…

Mi mano se ha cansado se escribir versos de dolor, letras que entre líneas ruegan una caricia de la felicidad; la tinta se ha agotado tratando de describir lo que no se puede decir, lo que ni siquiera se sentir; y el papel se me ha arrugado de tantas lágrimas recibidas, de tanta tristeza depositada…

Ya me cansé de sonreírle al amor, cuando lo que ha hecho es destrozar las esperanzas de un futuro color miel…

Mi infancia se ha cansado de esperar a que la inocencia regrese a desempolvar estos recuerdos, esta sonrisa llena de travesuras y alegrías que regalar; me cansé de esperar bajo la noche estrellada ese beso que en mi infancia se ha quedado, el que ahuyentaba cualquier pesar…

Los sueños se han cansado de esperar a que despierte, se han deshecho en la inconciencia de mi felicidad…

Se me ha cansado el corazón de latir sin amor, de sangrar por la cicatriz; y sin embargo, mañana abriré los ojos y una sonrisa iluminará la imagen en el espejo, alegrará a los corazones que se crucen en mi caminar y tendré ganas nuevas, hasta que la luna vuelva a llegar con su soledad y me susurre al oído, recordándome mi soledad…

Chantal

domingo, 25 de octubre de 2009

 
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