Acerca de un lugar maravilloso... llamado Teapa



El pueblo que me vio crecer, quizá hoy siga siendo el mismo, con nuevas infancias, con viejas añoranzas. Sus calles mantienen los añejos recuerdos de una inocencia empolvada, se pinta diario del sol que acompañaba mis sueños de seguir siendo niña…

Los escondites más recónditos son hoy el laberinto que mi mente sigue desmarañando; los amigos han crecido y mi pueblo sigue escondiendo el secreto que por siempre he de guardar…

Hoy, después de varios años de anhelo, las lágrimas me recuerdan ese lugar mágico, que en sueño sigo extrañando; los ríos no han dejado de cantar su serenata para que, cuando estos pasos puedan volver, pueda reconocer el camino al hogar en el que el corazón siga habitando…

Mi muñeca sigue estando en la pared, ahora medio borrada por el dolor que me ha causado crecer; los kilómetros de distancia han hecho que vaya olvidando las blancas mariposas que en mi estómago revoloteaban ante la presencia del primer amor…

Las lunas de Octubre, que en el río Teapa se reflejaban, siguen siendo las protagonistas de mis mejores inspiraciones; y el corazón sigue latiendo al ritmo con que el choco baila su zapateado…

Cuando cierro los ojos, aún puedo ver la pícara sonrisa de ese primer amigo que hoy me sigue llenando de alegrías, los juegos y las travesuras que se fueron olvidando; puedo aún recordar las vergüenzas y las maldades que la infancia traumó en mi ser…

Cada noche, cuando la conciencia duerme, vuelvo a ser esa niña con ilusiones y sueños, llena de amor y felicidad; esa niña que hoy el tiempo ha traicionado; esa niña que se aferra por recordar los viejos salones del colegio en la calle principal…

Diario declamo una poesía no inventada para retener los recuerdos de ese lugar maravilloso que vio mis últimas gotas de paz, esas gotas que mojaban mi cabello con su lluvia; ese pueblo en progreso, lleno de historias místicas, lleno de historias de amor y desamor…

Aún mantengo a flor de piel, esos recuerdos de cuando mi familia se podía pronunciar en singular; las visitas tan esperadas de los abuelos, y los sábados de Gloria, que terminaban en sonrisas y charcos de alegrías…

¿Cómo olvidar las emociones que mi pueblo me regaló? Esos regaños que hoy me hacen sonreír, y los chaneques que un día protagonizaron mis peores pesadillas. ¿Cómo olvidar…? Tengo tantos recuerdos que la pluma se traba al tratar de escribir, las palabras se esconden detrás de otras, porque mi mano no logra igualar la velocidad con la que se me llena de ayeres el presente…

Sigo añorando el día en que pueda volver al sudor que mi piel ya no siente, al calor que solo estando en esa memoria puedo recordar…

La sonrisa se me vuelve a llenar de fantasías, vuelvo a soñar con el jardín de niños y el cocodrilo que nunca habitó en la cisterna; la música que Jadde entonaba ante los conmocionados pubertos que coreaban al son de las hormonas…

Y así transcurrió mi niñez, entre recuerdos, y negocios infantiles de pollos asesinados, entre patines y alumnos de pintura que se mezclaban con el sudor, las serpientes, los toloques y las leyendas dignas del pueblo de mis pañales…

¡Ah! Que hermosa madrugada, donde los recuerdos envuelven al insomnio; donde las remembranzas me mantienen despierta, tratando de poner en palabras las sensaciones que no se pueden describir; intentando contar las letras de un sin fin de vivencias que de pronto vienen a mi mente…

Y aquí sigo, entristecida por ese pueblo que me vio crecer y me acunó con su canción, ese pueblo del que yo tuve que alejarme, y que diario, mientras sueño, emprendo los pasos para recorrer la distancia que me separan de ti, Teapa de mis recuerdos…


Chantal

sábado, 3 de octubre de 2009

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