Con tu nombre entre líneas...

Han pasado muchas vidas desde que prometí amarte toda la eternidad, han pasado muchos labios desde que te juré fidelidad, pero también toma en cuenta que han pasado muchas lágrimas desde que, diciendo adiós rompiste cada promesa que habías susurrado a mi oído cuando hacías que mi cuerpo se excitara y te regalara una caricia por cada beso eterno que recorría mi cuerpo deseoso de ti…

Puedo suponer que las preguntas invaden tu cuerpo, así como una vez lo hizo mi sudor; pero las respuestas están en ti, porque yo ya olvidé todas las razones que me hacían amarte, yo ya borré cada sonrisa que mi reflejo en el espejo me lograba engañar; puedes hacerme miles de preguntas, y puedo jurarte y cumplir que no tendré ninguna respuesta, porque es el corazón el que debería contestar, y entonces, por lógica, tu podrías responder por los dos, porque el día que estábamos sentados en el parque, bajo la sombra de un árbol y me mataste con tu adiós, te llevaste mi corazón y el tuyo que lo arrebataste de mi amor; así que, contéstame: ¿por qué rompiste a la promesa de amarme, de estar conmigo para siempre, de no alejarte de mi, de crear un vida juntos llena de felicidad?

Te cansaste de escuchar que eras el hombre de mi vida, que sin ti nada quedaba, que sin ti todo sobraba, y creo que, después de todas las mentiras que dicen que ya no te extraño, sigue siendo cierto; hoy ya no revolotea mi estómago al pensar en tu nombre, al pensar en tu sonrisa, al pensar en tu mirada después de hacerme el amor, al recordar la caricia en mi cintura mientras besabas mi cuello sediento de tus labios, pero siempre serás el único, el que me enseñó lo que es el verdadero amor…

Te propuse ser amantes toda la vida, porque el amor en la mirada seguía habitando, y tu en cambio dudaste y rompiste aún más el corazón que te había perdonado; pude haber esperado toda una vida por ti, y hoy, al romper todas las fotografías y quemar cada recuerdo, me doy cuenta que era cierto lo que todos decían, que no valías nada y que no me merecías, pero ¿qué carajos importaba, si tú tenías mi corazón? No supiste valorar el amor que un día te di, y te fuiste, dejándome herida, sola, muerta…

Porque hoy, no permito a mi conciencia pensar en ti, no permito a mi inconciencia soñar contigo, me he prohibido a diario recordarte, pero cada noche tiemblo, aterrorizada porque pueda olvidarte…

Al fin encontré el abismo de la tristeza que me hace olvidarte, hallé donde tirar tu recuerdo y volver hacia la felicidad; encontré cómo lograr que tu presencia inventada por la necesidad de que estés aquí, no sea más el puñal que me sigue lastimando, sino que seas sólo un momento que pasó, un instante que se acabó…

Hoy, esta noche, con la luna como único testigo y las gotas de lluvia como únicas compañeras, te declamaré un último juramento: éstas son las últimas letras que escribo con tu nombre entre líneas, ésta es la última noche que abrazo a la almohada y cierro los ojos con fuerza para obligar a mi imaginación a que te abrace, a que sienta tu aliento recorrer mi ser…

Así que, si un día nos encontramos, por favor, no me pidas que te recuerde, porque hoy tus fotografías se han vuelto cenizas y la pasión fue el fuego que mis lágrimas ya apagaron, tus cartas son el humo que a mis ojos ya quemaron; y atención, porque esta última poesía será el recuerdo que quedará en ti de mí, porque donde hubo fuego, las cenizas mojé con otro cuerpo y tu recuerdo olvidé de tanto anhelo…

Chantal

sábado, 3 de octubre de 2009

0 Comments:

 
Aprendiz de escritora - Wordpress Themes is proudly powered by WordPress and themed by Mukkamu Templates Novo Blogger